EL BANQUETE DE LAS PALABRAS
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QUÉ ES ‘EL BANQUETE DE LAS PALABRAS’. Según Montaigne, "el hombre es el animal que cocina". Con esta idea, los Versonautas presentaron ‘El Banquete de les Palabras’, un viaje de poesía, música y gastronomía donde grandes escritores universales evocan su parte más vividora y divertida con textos sobre la comida y sobre el arte de cocinar.

La selección de poemas se fusiona con músicas que se cuecen entre improvisaciones y arreglos, creados para cada texto según la receta intuitiva del particular maridaje versonáutico orquestado por Ana Sanahuja al teclado y Roqui Albero a la trompeta.

En esta ocasión la nave de los Versonautas aterrizó en La Sucursal cuyo equipo fue el encargado de interpretar gastronómicamente poemas de autores de la talla de Pablo Neruda, Nicolás de Guillén, Rafael Alberti, Vicent Andrés Estellés, Santiago Rusiñol, León Felipe o el polifacético Alain Ducasse con su ‘Poema Gourmand’. Además, en esta primera edición, ‘Panática’, se contó con la participación especial del reputado panadero Jesús Machí.

PUESTA EN ESCENA/DISEÑO DEL ENTORNO. Ha consistido en crear la atmósfera adecuada para contextualizar esta experiencia multisensorial, con el objetivo de poner de relieve el trabajo musicopoéticogastronómico, es decir, un ejercicio de eufonía, metafóricamente hablando; un trabajo discreto, elegante y capaz de diluirse en el conjunto del espectáculo.

Se trata de una instalación artística que vincula el espacio a la mesa, la cena como ritual. Como interioristas nos preguntamos si el entorno importa, o qué parte de culpa tiene a la hora de percibir estímulos de tipo gustativo u olfativo. De la misma forma nos preocupa el sonido, tanto si hay música como si no la hay, tratarlo adecuadamente es una de las claves del confort ambiental. Contamos con unos magníficos técnicos encargados de que se escuchara bien música y poemas.

Ha sido como hacer interiorismo pero a otra escala, trabajando cada mesa como un pequeño escenario, a su vez relacionado con las demás mesas o mini-escenarios, y también con contenedor. Así los techos se veían sutilmente salpicados de reflejos provocados por la luz lanzada sobre los espejos hexagonales colocados sobre los manteles, junto con monosílabos de madera que identificaban cada mesa. A través del juego de espejos, se podían leer invertidas en el techo, palabras del poema Gourmand de Alain Ducasse.

El hexágono es el símbolo de la contención, de lo que atrapa. En este caso atrapaba las palabras del techo y la atmósfera creada por la luz, fundiéndolo con los cuchillos, las letras, las copas, la comida... Además, según el matemático M. Schneider, el hexágono contiene el mensaje de la tríada: estructura-función-orden.

La performance de la mujer que escribe a máquina (la “tía Isabel”), rodeada de poemas y recetas, o recetas que son poemas y viceversa, te indica que no sólo a comer has venido. El sonido del teclear de la máquina de escribir es ya música que te recibe, el preludio de todo lo que va a pasar después.